Nelson Mandela
En 1952 Mandela pasó a presidir el ANC del Transvaal, al
tiempo que dirigía a los voluntarios que desafiaban al régimen; se había
convertido en el líder de hecho del movimiento. La represión produjo 8.000
detenciones, incluyendo la de Mandela, que fue confinado en Johannesburgo. Allí
estableció el primer bufete de abogados negros de Sudáfrica.
En 1955, cumplidas sus condenas, reapareció en público,
promoviendo la aprobación de una Carta de la Libertad, en la
que se plasmaba la aspiración de un Estado multirracial, igualitario y democrático,
una reforma agraria y una política de justicia social en el reparto de la
riqueza.
El endurecimiento del régimen racista llegó a su
culminación en 1956, con el plan del gobierno de crear siete reservas o bantustanes, territorios
marginales supuestamente independientes, en los que confinar a la mayoría
negra. El ANC respondió con manifestaciones y boicoteos, que condujeron a la
detención de la mayor parte de sus dirigentes; Mandela fue acusado de alta
traición, juzgado y liberado por falta de pruebas en 1961.
Durante el largo juicio tuvo lugar la matanza de
Sharpeville, en la que la policía abrió fuego contra una multitud desarmada que
protestaba contra las leyes racistas, matando a 69 manifestantes (1960). La
matanza aconsejó al gobierno declarar el estado de emergencia, en virtud del
cual arrestó a los líderes de la oposición negra: Mandela permaneció detenido
varios meses sin juicio.
Aquellos hechos terminaron de convencer a los líderes del
ANC de la imposibilidad de seguir luchando por métodos no violentos, que no
debilitaban al régimen y que provocaban una represión igualmente sangrienta. En
1961 Mandela fue elegido secretario honorario del Congreso de Acción Nacional
de Toda África, un nuevo movimiento clandestino que adoptó el sabotaje como
medio de lucha contra el régimen de la recién proclamada República Sudafricana;
y se encargó de dirigir el brazo armado del ANC (la Lanza de la Nación). Su
estrategia se centró en atacar instalaciones de importancia económica o de
valor simbólico, excluyendo atentar contra vidas humanas.
Prisionero durante 17 años en penosas condiciones el
gobierno de Sudáfrica rechazo todas las peticiones de que puesto en libertad
Nelson Mandela se convirtió en un símbolo de la lucha contra el dentro y fuera
del país una figura legendaria que representaba la falta de libertad de todos
los negros
Las elecciones de 1994 convirtieron a Mandela en el
primer presidente negro de Sudáfrica;
desde ese cargo puso en marcha una política de reconciliación nacional.
Además
de los países antes mencionados, el rugby se practica en todos los continentes,
con variados grados de popularidad y competitividad internacional. En África es popular, por influencia inglesa, en Sudáfrica, Namibia, Kenia y Zimbabue,
y por influencia francesa en Túnez, Costa de Marfil, Madagascar y Marruecos.
En América se
practica principalmente en Argentina, donde tiene
gran arraigo y cuya selección ha logrado el tercer puesto en la Copa del Mundo de Rugby 2007.
También tiene cierta importancia en otros países americanos, como Canadá, Estados Unidos, Uruguay y Chile,
y algo menos Brasil, Paraguay, Bermuda, Trinidad y Tobago, Colombia, Perú y Venezuela.
En Asia,
el equipo más destacado es el de Japón.
En el resto de Europa,
se destaca Italia,
que participa del Torneo de las Seis Naciones.
También está difundido en otros países del continente europeo, sobre todo en Portugal,
España y
en países del Este europeo, como Rumania, Georgia o Rusia.
En Oceanía,
por influencia australiana y neozelandesa, el rugby es también un deporte
popular en Fiyi, Tonga y Samoa,
cuna de jugadores destacados en el ámbito internacional.
En
abril de 2010, 116 uniones nacionales eran reconocidas por el International Rugby Board,
la asociación federativa que regula este deporte en el mundo.1
Desde
los orígenes mismos del rugby y el fútbol actual, a mediados del siglo XIX, se
definieron como el alter ego del otro: fuerza contra habilidad; juego limpio
contra juego desleal, etc.2 Un antiguo dicho británico dice que
"el fútbol es un juego de caballeros jugado por villanos y el rugby es un
juego de villanos jugado por caballeros". En el rugby es característico el
respeto por las reglas que deben practicar tanto los jugadores como el público.
Las decisiones del árbitro rara vez son discutidas por los jugadores. En los
partidos internacionales entre selecciones y en muchos de los campeonatos
europeos como el Top 14 se puede recurrir, a solicitud del árbitro principal, a la repetición en vídeo de las jugadas producidas dentro del in goal en caso de duda. La revisión de estas
jugadas está a cargo de un cuarto árbitro llamado TMO (Television Match Official),
aunque la decisión final siempre corresponde al árbitro principal.
Además,
se fomenta la sociabilidad, dándose generalmente entre compañeros de equipos y
oponentes una cordial reunión después de los partidos, denominada tercer tiempo, junto con los árbitros, entrenadores y
parte del público,
para hablar acerca del partido. Este apelativo se
ha hecho extensivo a los medios donde se analiza este deporte.
Rugby
CIUDAD
DEL CABO.- Cada deporte tiene una ciudad o un país emblemático que lo
identifica y donde supo escribir allí sus páginas más gloriosas. El rugby no le
escapa a esto y sin dudas que, en Sudáfrica, este deporte produjo lo que no se
podía conseguir por otro camino: el final del apartheid. Cuando Mandela,
liberado tras estar preso por 27 años, ganó las elecciones y asumió, un año
antes del Mundial de 1995, había peligro. Sin embargo, el presidente siguió
adelante y lo utilizó como la principal herramienta para unir a blancos y
negros, quienes combatieron en una feroz guerra durante largos períodos.
Hoy, la realidad es otra. El país
recuerda con bronca y tristeza lo que pasó, y eleva a Nelson Mandela como su
máximo símbolo. Sin embargo, el rugby nunca dejó de estar presente. Pasó el
tiempo de aquella Copa del Mundo y el deporte se respira en todas las esquinas.
"Ya con Mandela lejos del poder, los Springboks ganaron en 2007 y el pueblo
lo celebró más allá de cualquier color, raza o religión. Los Springboks son un
símbolo de orgullo para la mayoría de los sudafricanos"
A
diferencia de Buenos Aires, o cualquier ciudad del país, en donde las remeras
de Messi, River, Boca o cualquier otro equipo aparecen primeras en las tiendas
de deportes, aquí el actor principal es el rugby. Por las calles de Ciudad del
Cabo, se puede ver jóvenes, y no tanto, con remeras o camperas de sus equipos,
sobre todo de Stormers, el conjunto local, más las banderas y buzos de los
Springboks. En los colegios, hay canchas de rugby, aunque, claro está, el
fútbol también figura, sobre todo después del Mundial de hace dos años, del que
aún quedan rastros.
"Culturalmente el rugby acá
es importantísimo. Tienen grandes estructuras desde los colegios, de muy chicos
ya los preparan. Tanto en Ciudad del Cabo como en otros lugares se vive el
rugby muy fuerte", cuenta Eusebio Guiñazú, quien el sábado será titular en
los Pumas, y en el pasado supo vestir la camiseta de Stormers.
"En Sudáfrica, el rugby
fue históricamente el deporte de los blancos, incluso durante el apartheid los
negros celebraban las derrotas del primer equipo. Con el tiempo, y sobre todo
después del 95, se fue intercalando. Para comparar, era como el fútbol en la Argentina
o Brasil", relata Carlin. "Es uno de los legados más grandes que supo
dejar Mandela a la sociedad. El rugby es el deporte en el que Sudáfrica es
potencia y, como al pueblo le gusta asociarse con un equipo, todos van detrás
de los Springboks"
Desde aquel Mundial de 1995,
Sudáfrica no participó de grandes eventos, hasta que en 2010 fue la sede de la
Copa del Mundo. Allí volvió al centro de la escena mundial. "Meses antes
de que empiece, yo estuve allí. Se dudaba mucho de la capacidad africana para
organizar este tipo de eventos. Días antes de que comenzaran los Juegos
Olímpicos, a nadie se le ocurría que Londres podía fallar en la organización, y
ciertas cosas no estaban definidas. Un Mundial es mucho más complicado y el
2010 fue muy eficaz y organizado
Apartheid
Este término significa en Afrikaans,
variante sudafricana del holandés, separación. Apareció oficialmente en
Sudáfrica en 1944 y sirve para designar la política de segregación racial y de
organización territorial aplicada de forma sistemática en África del Sur, un
estado multiracial, hasta 1990.
El objetivo del apartheid era separar las razas en el
terreno jurídico (Blancos, Asiáticos, Mestizos o Coloured, Bantúes o
Negros), estableciendo una jerarquía en la que la raza blanca dominaba al resto
(Population Registration Act) y en el plano geográfico mediante la
creación forzada de territorios reservados: los Bantustanes (Group Areas Act).
En 1959, con el Self Government Act el apartheid alcanzó su plenitud cuando la
población negra quedó relegada a pequeños territorios marginales y autónomos y
privada de la ciudadanía sudafricana.
Hasta ese momento, Sudáfrica con
sus importantes riquezas mineras y su situación geoestratégica se había
alineado con el bloque occidental. Sin embargo, el sistema racista hizo que, en
un momento en que se desarrollaba la descolonización, las presiones de la
comunidad internacional se acrecentaran contra el gobierno de Pretoria.
En 1960 fue excluida de la Commonwealth. En la ONU se
planteó la demanda de sanciones. En 1972, Sudáfrica quedó excluida de los
Juegos Olímpicos de Munich ante la amenaza de boicot general de los países
africanos. Finalmente en 1977, el régimen sudafricano fue oficialmente
condenado por la comunidad occidental y sometido a un embargo de armas y material
militar, y en 1985, el Consejo de Seguridad de la ONU llamó a los estados
miembros a adoptar sanciones económicas.
En todo estas condenas
internacionales hubo una cierta hipocresía. En el marco de la guerra fría el
régimen racista fue visto por Europa y los Estados Unidos como un muro de
contención a la expansión del comunismo en África. Moscú, por el contrario,
animó la lucha contra el apartheid armando a Angola y Mozambique, países
cuyos gobiernos pro-soviéticos se enfrentaban a guerrillas subvencionadas por
Occidente y apoyadas por Sudáfrica. En el marco de ese conflicto, el ejército
surafricano hizo diversas incursiones en el territorio de sus países vecinos.
El fin de la guerra fría
precipitó el fin del apartheid.
El presidente Frédérik de Klerk, tras diversas negociaciones con los
representantes de las comunidades étnicas del país, puso fin al régimen racista
en junio de 1991. En adelante la población negra recuperó sus derechos civiles
y políticos.
El proceso culminó con la llegada
Nelson Mandela, mítico militante anti-apartheid que había pasado veintisiete
años en la cárcel, a la presidencia de la República de Sudáfrica.